In Barbastro

LA TALLA DE UNA CIUDAD

La remodelación del antiguo Centro de Salud borra la obra de García Mercadal en Barbastro

Por Toni Buil. Foro B21

Le Corbusier ideó el Modulor, un sistema de medidas basado en un modelo de estatura humana de1,83 m. Nada que ver con la altura de Fernando García Mercadal, que era bajito, bastante más que un español medio. Cuando se les ve juntos en fotografías, el primero parece un verdadero gigante. Sin embargo, la talla de un ser humano no se mide en centímetros, tampoco la de sus obras. Los dos son representantes de lo mejor de la arquitectura europea del siglo XX.

Aquí, en Barbastro, nos acabamos de dar el lujo de tapar parte de la fachada de la única obra de García Mercadal en nuestra ciudad: el antiguo Centro de Salud. Un revestimiento aislante aplicado a la mitad de la fachada principal ha ocultado el acabado de ladrillo caravista y los enmarcamientos de piedra de la obra original. Sí, he dicho la mitad porque este tratamiento solo se ha superpuesto a la parte que es propiedad del Servicio Aragonés de Salud y no a la perteneciente al Instituto Nacional de la Seguridad Social, partiendo la fachada en dos: toda una chapuza.

Es cierto que el antiguo Centro de Salud no se encuentra dentro del catálogo de protección del PGOU y que, siendo muy optimistas, el acabado final disimulará algo el destrozo, pero un mínimo de sensibilidad y respeto hacia la obra de García Mercadal y a un edificio que forma parte de la memoria e identidad de los barbastrenses deberían haber obligado a conservar su aspecto original. Más aún cuando hemos visto la desaparición de algunos de los escasos edificios referenciales del Ensanche, como en su día el Cine Argensola o la, a mi juicio inevitable, del antiguo Colegio Pedro I.

Nadie duda de que la conservación de lo antiguo conlleva dificultades y servidumbres (no tantas), pero estas son compensadas por su contribución a la riqueza colectiva. 

La destrucción del patrimonio arquitectónico de Barbastro, a lo largo de los últimos sesenta años, ha sido desmedida: la Casa Padrós, Convento de las Claras, interior del Palacio de los Argensola, residencia de ingenieros de Auxini… Otras obras, como San Julián, se salvaron por los pelos, cuando “ya mordían el polvo”, gracias al empeño y coraje de algunos (pocos) ciudadanos. Es muy preocupante que esta indiferencia, cuando no desprecio, haya cambiado muy poco y que sigamos perdiendo o maltratando espacios emblemáticos de Barbastro. Hay más riesgos en el horizonte. Es el caso de las bonitas fachadas de algunos inmuebles de la avenida del Ejército Español que si la insensibilidad, la incapacidad o la indolencia municipales no cambian, desaparecerán.

La evolución histórica que da personalidad a una ciudad se materializa, entre otras cosas, en sus edificios, especialmente en aquellos que, por su belleza, su historia o cualquier otra singularidad, se convierten en lugares de referencia. Permanecer impasibles ante estas pérdidas de nuestro patrimonio y de nuestra identidad da la talla del modelo de ciudad al que se aspira. 

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