In Barbastro, Foro B21, General, Somontano

A Joaquín Coll

Artículo publicado en Ronda Somontano el 29/07/2019

 

El pasado día 10 falleció Joaquín Coll, entre otras muchísimas cosas, miembro del Foro B21, tal vez el último proyecto reivindicativo en el que se enroló. La fatalidad de esa muerte que se agazapaba en las primeras curvas de su vida de jubilado no nos ha permitido aprovechar toda su experiencia, sabiduría y sensibilidad. La presencia de Joaquín en nuestra asociación no solo nos aportaba todo lo citado sino que nos concedía un anclaje con la historia reivindicativa de Barbastro. Su pertenencia a ACUSO y su trascendental papel en ese movimiento asociativo nos otorgaban algo parecido a un aval histórico. Son enormes las distancias que separan a las dos asociaciones; pero creemos que ambas han coincidido en representar la voluntad de una sociedad civil que no quiere ser únicamente el objeto pasivo de la administración. Una sociedad que desea participar activamente en el debate y en las decisiones sobre su futuro. Y por supuesto, dentro de un espacio en el que pueden convivir sensibilidades políticas e ideológicas diferentes.
La pertenencia a entidades de esa naturaleza conlleva una responsabilidad individual que él asumió muchas veces. Resulta mucho más cómodo rehuir la significación y sólo hacerlo cuando están en juego intereses particulares. El compromiso activo de los ciudadanos con los asuntos públicos debería ser la regla y no la excepción.
Todos desearíamos prolongar nuestra vida, no sé si eternamente, pero seguro que mucho más allá de lo que la cicatera biología nos adjudica. Más allá de las creencias religiosas, si hay algo que nos sobrevive son nuestras obras y nuestras palabras. Las obras de Joaquín son muchas y en ellas encontramos siempre el compromiso: con el ser humano, con la belleza, con la justicia y también con su territorio. Y, sobre todo, Joaquín nos dejó sus palabras: las que le oímos de otros y que en sus labios adquirían una singular belleza, y las propias, en las que se manifestaban su humor, su inteligencia y su sensibilidad. Pero es la palabra escrita la que contiene algo más del elixir de la inmortalidad. Joaquín nos regaló muchas: libros, artículos de opinión -algunos de ellos sobre nuestra ciudad, realizados hace más de veinte años, de una actualidad que yo diría que inquieta tanto o más que sorprende- y cautivadoras poesías.
Su inesperada muerte nos ha privado del placer de conversar con él, pero a través de las palabras que nos ha dejado seguiremos siempre escuchándole.

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