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ÁREA ECONÓMICA DEL CINCA (2a Parte)

Para un número elevado de personas cuestiones como: dónde voy a trabajar, dónde elijo vivir, dónde voy de compras o dónde me divierto son el resultado de una decisión entre un sinfín de opciones. Unas fruto del azar, otras de la reflexión y, otras, desgraciadamente, de la necesidad.

En cualquiera de los casos disponer de más opciones siempre va de la mano de mayores cotas de libertad para acertar en cada elección y, por tanto, acomodar de la mejor forma las preferencias individuales a la oferta existente.

El lugar de residencia es sólo el primer círculo de búsqueda para esas preferencias. A veces, esos intereses no encuentran salida en tu localidad y se abre un círculo más amplio con la esperanza de suplir esa carencia y otro, y así sucesivamente. Al final, es el «encaje» entre un grupo de personas, en una empresa o en un local de ocio el resultado satisfactorio de cada decisión.

Nuestro ámbito de relaciones es, por tanto, cada vez más extenso. Ampliamos el círculo porque las preferencias personales son más específicas y porque podemos elegir (o aspiramos a poder elegir). También porque actuamos como un bufé libre decidiendo, en cada momento, las opciones más beneficiosas con un ojo abierto al abanico de ofertas «exclusivas»  que nacen a nuestro alrededor.

Este comportamiento individual determina el ámbito espacial de relaciones sociales y, como vimos en la primera parte de este artículo, también, las decisiones económicas.

Por un lado la economía de nuestra ciudad va convergiendo, poco a poco, con la de Monzón y más allá, con la de Binéfar; y por otro, nuestras sociedades confluyen guiadas por sus gustos e intereses. Ambos hechos confirman la realidad y relevancia del Área Económica del Cinca (AEC) como marco natural de relaciones.

Esta estructuración de nuestras ciudades alrededor del AEC tiene otro poderoso argumento a su favor: la lucha contra la despoblación. Cualquiera de los numerosos pueblos de nuestras comarcas posee un acceso próximo a un espacio dinámico a nivel empresarial, social o cultural que hace factible a sus habitantes, vía movilidad, una vida profesional y vital conservando la residencia habitual.

El estudio de las dinámicas demográficas de nuestro territorio viene a constatar el dique de contención que representan las cabeceras comarcales ante la paulatina despoblación circundante. Este dique no revierte la situación poblacional de nuestras comarcas, sólo traslada este saldo positivo de los pueblos a la ciudad.

Esta realidad solamente se puede invertir potenciando el AEC. Un extra de actividad económica como la llegada o ampliación de una empresa o la consolidación de un servicio público (por ejemplo, el hospital) impacta positivamente, en primer lugar, en la localidad donde se ubica. Posteriormente, en el resto de su área económica y, por último, en los pueblos limítrofes. A mayor actividad económica en el AEC, vía diferencial de precios*, mayor capacidad de retener y ampliar la población de nuestros pueblos. A menor dinamismo del AEC, por las misma razón, mayor tendencia de la ciudad a absorber población de los pueblos cercanos.

En la tercera parte de este artículo reflexionaremos sobre como potenciar el AEC en una doble vertiente: la institucional y la, propiamente, económica. Y veremos como la ausencia de un órgano planificador está lastrando el desarrollo de Barbastro y comprometiendo el futuro de nuestros pueblos.

* El diferencial de precios ocurre en aquellas circunstancias con desequilibrio de oferta y demanda, y a su vez, por el distinto precio relativo. Por ejemplo, en el mercado inmobiliario.

Publicado en El Cruzado Aragonés del 9 de Agosto de 2.019

por Eduardo Perez Barrau, miembro del Foro B21

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