A LA CHITA CALLANDO
La renuncia a la ampliación de la UNED
Por Foro B21
La reciente colocación de andamios en la medianera de uno de los inmuebles colindantes con el solar donde iba a construirse el nuevo edificio de la UNED en Barbastro, junto con la retirada (hace semanas) del cartel con la imagen de este, viene a confirmar la renuncia al proyecto de ampliación del centro universitario. Esta incomprensible decisión constituye, a nuestro juicio, un error de enorme calado para nuestra ciudad. Un desacierto que supone la desaparición del campus universitario tal como se había contemplado en el concurso arquitectónico convocado para tal fin.
El silencio que ha acompañado al desistimiento de este proyecto impide conocer los motivos reales de una decisión tomada por los representantes del consorcio universitario, entre los que se encuentra el Ayuntamiento de Barbastro. Se declaró en su día que el alza de precios en la construcción desaconsejaba acometer la obra en aquel momento, pero, pasados ya muchos meses, ¿se ha encargado algún estudio para cuantificar el incremento? ¿Ese desfase es tan enorme que impide la ampliación? La falta de transparencia hace sospechar que es otra la razón y que, por lo que se ve, nadie se decide a revelar.
Resulta sorprendente que una vez elegido el diseño para el edificio y acordada la financiación para construirlo se acabe abandonando el proyecto por los mismos que en su momento lo promovieron. Algo no encaja en todo este asunto. No sólo porque con esta decisión se actúa en contra de los intereses de la propia institución universitaria y, de paso, de la ciudad, sino porque, como hemos dicho antes, se hace sin ofrecer explicaciones veraces y sin poner encima de la mesa un plan alternativo que presente una idea clara del futuro rumbo de este centro asociado.
En el mundo actual, hacer siempre lo mismo no es una opción. Los cambios a los que se enfrenta la sociedad exigen huir de la comodidad, asumir riesgos y ofrecer respuestas a la altura de los desafíos. No es ajeno a esta realidad el mundo universitario, sino todo lo contrario. La universidad tiene que estar a la vanguardia de las apuestas innovadoras en enseñanza e investigación, en Harvard y en Barbastro. No hacerlo significa caer en la rutina de la repetición y perder a medio plazo el favor del alumnado, y con el riesgo de que otras instituciones, en otras ciudades, ocupen su lugar.
Con la renuncia al nuevo edificio desaparecen también las expectativas de renovación urbanística en el entorno de las calles Argensola y Martínez Vargas. El lugar se dispone a engrosar esa vergonzosa lista de solares para la eternidad. Este hecho llevará aparejada una mayor degradación de ese conjunto urbano y la consiguiente pérdida de valor de los inmuebles. Esta circunstancia pone piedras en el camino de la necesaria y urgente rehabilitación de los edificios próximos. Es muy difícil para un promotor privado acometer una obra en el centro de la ciudad por la complejidad de la edificación y las limitaciones constructivas. Esta pérdida de inversión pública -como era el edificio proyectado- va a acarrear una reducción de la inversión privada residencial en el entorno.
La decisión de no acometer la ampliación de la UNED hace que Barbastro pierda una oportunidad de oro de reafirmar su vocación universitaria e interrumpe una política de décadas basada en ir sumando oferta educativa y espacios universitarios con un fuerte impacto arquitectónico y urbanístico.
La decadencia, como alguna enfermedad grave, suele ser fruto de un proceso lento y, cuando se manifesta, a veces ya no tiene remedio. Algo de esto viene ocurriendo en Barbastro durante los últimos tiempos. El cierre de 85 establecimientos comerciales en el centro de la ciudad (noticia publicada en fechas recientes) es una buena prueba. El centro asociado de la UNED ha sido un ejemplo de la puesta en marcha de ideas audaces que le han dado gran prestigio. Renunciar al proyecto de ampliación, sin presentar ninguna alternativa, es un paso en la dirección equivocada y apunta a que la UNED de Barbastro no aspira a proyectos ambiciosos de futuro, sino a una rutina sin riesgos. Esta postura, a medio o largo plazo, puede terminar comprometiendo su viabilidad y, como consecuencia, el desarrollo de la ciudad.