APUNTES SOBRE LA INVERSIÓN EMPRESARIAL EN EL EJE DEL CINCA
Por Eduardo Pérez Barrau. Foro B21
Hace unos meses se presentaba en la bodega Sommos de Barbastro el último proyecto empresarial del Grupo Costa. Esta innovadora inversión en el campo farmacéutico, impulsada con dos socios industriales catalanes, va a suponer la construcción y puesta en marcha de una nueva fábrica en la ciudad de Fraga. Al acto de presentación de esta importantísima apuesta empresarial acudía el presidente aragonés, el Sr. Lambán, en representación del gobierno autonómico. Poco tiempo antes, en un ritual semejante, se presentaba en Tamarite de Litera un nuevo proyecto logístico liderado por una sociedad leridana en presencia, también, de nuestro presidente regional y de otros cargos del ejecutivo aragonés. Estos actos, entre otros tantos, han dado a conocer los proyectos empresariales más importantes impulsados por inversores de la comunidad vecina en las comarcas orientales de la provincia de Huesca, llevándose a cabo en un clima de concordia muy alejado del ruido ensordecedor que inunda la política catalana y de la sobreactuación, a veces pertinente, otras impostada, del gobierno aragonés con cualquier polémica mediática protagonizada por su equivalente catalán.
Esta dinámica inversora entre los territorios del eje del Cinca (parte oriental de Huesca) y el eje del Segre (el occidente catalán) no ha pasado desapercibida en la esfera económica catalana, siendo objeto de estudio por las patronales empresariales de Lérida. También ha sido foco de interés periodístico fuera de Aragón con la publicación de amplios reportajes en la prensa nacional. Un despliegue informativo que se ha centrado en el éxito cosechado por estas comarcas en la lucha contra la despoblación y en las oportunidades en el medio rural. En nuestra comunidad autónoma, sin embargo, esta relación económica no ha suscitado el mismo interés. El ejecutivo aragonés ha optado por ignorar el beneficio que reporta a los habitantes de las comarcas orientales de Aragón los lazos de vecindad con Lérida. Una indiferencia política que, en algunas ocasiones, ha llegado a manifestarse con el boicot institucional de las iniciativas planteadas desde el territorio. Un ejemplo de este obstruccionismo sigue siendo los problemas relacionados con el transporte de pasajeros en tren entre Monzón y Lérida.
Desde la perspectiva barcelonesa, esta “fuga de inversiones” se ha interpretado como un fracaso de su política de fomento industrial y como una consecuencia indeseada del “procés” catalanista. Un punto de vista que explica, aunque solo en parte, los últimos movimientos empresariales entre ambos territorios vecinos.
Cabe destacar que esta emergente relación económica deja en bastante mal lugar a la política y a la clase empresarial aragonesas. Efectivamente. No puede entenderse que lleguen a Monzón industrias catalanas y no se emplacen empresas de Zaragoza. O que se financie con capital privado la terminal intermodal de Tamarite de Litera y otras infraestructuras económicas, pienso en Plhus en Huesca, por ejemplo, se sufraguen a cuenta del presupuesto público. O que Fraga, con su potente atractivo inversor, pase desapercibida en las apuestas empresariales captadas desde nuestra consejería de industria.
Son estas consideraciones las que nos llevan a cuestionar la labor que realiza el gobierno aragonés en el eje del Cinca, y a concluir que, salvo algunas iniciativas menores y de marcado carácter propagandístico, la incomparecencia política sigue siendo la norma de la institucionalidad aragonesa en este territorio, junto a la ausencia de proyectos de calado económico con cargo al presupuesto público. Tampoco sale bien parado de esta comparativa el “capital industrial” de Zaragoza, un tejido empresarial que, con alguna notable excepción, ha dado la espalda a esta parte territorio aragonés.
Parece cada vez más evidente una cierta “lejanía” de la política autonómica con respecto a las comarcas del Cinca Medio, La Litera y el Bajo Cinca, un abandono que en nada beneficia a sus habitantes y que limita su potencial de crecimiento económico. Esta indiferencia política sería dramática, en otras circunstancias, si no se hubiera visto compensada por el fortalecimiento de las relaciones económicas con la provincia de Lérida. Una reconfiguración de los flujos económicos en nuestras comarcas que ha desbordado a las mismas inversiones empresariales para alcanzar de lleno al mercado laboral, al comercial, al educativo o al inmobiliario. Una relación económica que además es bidireccional y que se deja notar con la presencia de empresas altoaragonesas, de los más variados sectores productivos, en la capital del Segriá.
Por todo lo dicho, se puede afirmar que el cambio de expectativas económicas en el “este oscense” no ha sido consecuencia de la política de fomento empresarial desarrollada por las administración autonómica. No ha habido ninguna iniciativa desde el Pignatelli cuya finalidad fuera desarrollar, y dotar de personalidad, a este importante foco industrial del medio rural aragonés. Y lo mismo se puede afirmar del resto de instituciones. Concluyendo. La valorización económica de las comarcas orientales de Huesca ha sido el resultado de sumar al ecosistema empresarial existente, diversificado y muy competitivo, las inversiones recientes realizadas por el capital catalan y el extranjero, y todo ello sostenido por una apuesta ambiciosa desde los ayuntamientos del eje del Cinca por atraer empresas del sector industrial.