APOSTEMOS POR LA (DES)EDUCACIÓN CIUDADANA
Edgar Abarca Lachén
Miembro del ForoB21
“No deberíamos estar buscando héroes, deberíamos estar buscando buenas ideas”
Noam Chomsky
El origen de la asimilación y el aprendizaje de las cuestiones fundamentales que promueven mutar al individuo a ser humano en su sentido más puro del término, ya sean la adquisición de valores, la sensibilización, la curiosidad, el respeto, la capacidad para amar o simplemente ser participativos, nos lo permite la familia y nuestro entorno más directo, es decir, el lugar donde habitamos.
El fomento de la libertad de expresión artística, la investigación, la lectura o la educación, deben asentarse en dos pilares cuya solidez determina sin lugar a dudas el futuro de toda una sociedad; el núcleo familiar y a modo complementario, la ciudad que nos ve crecer, concebida como el espacio en cuyo seno conviven entidades generadoras de verdadero conocimiento y estímulo: colegios, bibliotecas, bares, plazas, empresas, parques, calles u organismos públicos.
Sin embargo en nuestro país, la politización de la educación así como la corrección política imperante y su constante adaptación del mensaje evitando herir sensibilidades, el adoctrinamiento o dicho de otro modo, la instrucción frente a la verdadera educación, está cavando la tumba de un país que si sigue así, va irremediablemente al precipicio.
Frente al nítido diagnóstico de la educación como fuente generadora de la única verdad posible, puente de entendimiento y avance, nuestros gobernantes siguen apostando por su versión socializadora al servicio del poder como forma de integrismo, que se traduce en la dinámica demencial de promulgar y derogar leyes con el sello de cada partido a velocidad de crucero.
Ninguna sociedad mínimamente avanzada puede soportar la sucesión de 7 leyes educativas en 40 años y una progresiva cesión de competencias a las comunidades cuyo fruto es la coexistencia de 17 “sistemitas” que como mínimo difieren en un tercio de sus contenidos y que entre otras brillantes medidas, promueven el paso de curso cada vez con peores calificaciones (antes fue la ESO y ahora será el Bachillerato).
Por tanto, nadie debería escandalizarse cuando reiteradamente se nos sitúa a la cola de los rankings de calidad educativa y lo que a mi juicio es muchísimo peor, supone el verdadero embrión de nuestros dos problemas de convivencia más graves (y no siempre distinguibles): el racismo y los separatismos.
Frente a esta inercia contraria a toda lógica, creo profundamente en la (des)educación de Chomsky basada en la subversión de un sistema amañado para el beneficio de unos pocos, potenciando el entorno ciudadano como clave de un cambio que apueste por nuestras ciudades.
En tiempos de crisis, se ha evidenciado que en concreto la ciencia, supone un revulsivo del avance de las sociedades modernas, un auténtico motor del desarrollo humano y del crecimiento económico, que siempre será proporcional a los recursos que éstas dediquen, claro está.
Nada más lejos de la casualidad que algunas de las ciudades más importantes en el ámbito de la ciencia como Boston, Tokyo, Orsay, París o Londres, aglutinen a la mayor concentración de científicos más grandes de la era moderna: Mansfield, Scott Sherrington, Becquerel, Juliot, Hideki Shirakawa o Albert Ferte entre otros muchos, se han visto beneficiados sin lugar a dudas de un contexto muy favorable.
En la medida de nuestras humildes posibilidades, en Barbastro podemos adoptar decisiones que estimulen, atraigan y (quién sabe) establezcan los cimientos para la expansión de un tejido científico prometedor. Nos podemos sentir muy orgullosos de barbastrenses como Jesús Pérez Torrente, Ramón Juste, Jesús Mora o Azucena Bardají, pero medidas como elegirlos mantenedores de las fiestas o el propio proyecto Ciudad Ciencia, pese a ser encomiables, son claramente insuficientes. Contemos con su visión y experiencia de manera más decidida. ¿Por qué no?
También está en nuestras manos acometer proyectos emocionantes. Parte de los mimbres están creados gracias a la excelente función de la UNED y la ingente y en demasiadas ocasiones desconocida labor de un sector empresarial que sigue innovando.
Como ejemplo, en los actos del centenario del Instituto Nipiológico, se establecieron las bases que podrían situar a Barbastro como referente de la pediatría social en España. También el alcalde se comprometió públicamente a convocar unas becas de investigación anuales para los estudiantes de bachillerato así como para los profesionales del hospital que todavía seguimos esperando.
Sin embargo, tras conocer las cifras del informe económico del ForoB21, sería incomprensible para la ciudadanía que no hubiera ayudas a la investigación de nuestros jóvenes y profesionales. ¿Negligencia o piloto automático? Simplemente es una cuestión de absoluta falta de voluntad. Allí donde la imaginación escasee, nuestra mano siempre estará tendida para seguir construyendo.