In Barbastro, Foro B21
EL MOMENTO POLÍTICO EN LA CIUDAD
Las decisiones del equipo de gobierno a lo largo de este trimestre van a determinar, para bien o para mal, el resto de la legislatura. En los próximos meses vamos a conocer la capacidad del gobierno de coalición de nuestra ciudad para llevar a término los proyectos y satisfacer las expectativas que lo auparon al poder en las pasadas elecciones. El año y medio transcurrido debería ser tiempo suficiente para empezar a ver los resultados de la acción de gobierno en las distintas áreas que conforman el ayuntamiento. El parón administrativo ocasionado por la pandemia ya no puede servir como excusa ante los ciudadanos, y los problemas de gestión heredados del pasado, tampoco.
Este periodo trascendental para la ciudad va a estar marcado, como en el resto del país, por la crisis sanitaria y sus efectos en la sociedad y en la economía. La gravedad de la situación exige un esfuerzo político, administrativo y presupuestario a la altura del desafío al que nos enfrentamos. Un esfuerzo que deberá sustanciarse en la confección y en la ejecución del presupuesto municipal para el año próximo. Las inversiones que necesita la ciudad, y que por su importancia deben tener dotaciones económicas plurianuales, tienen que contemplarse en ese documento presupuestario, sólo de ese modo podrán ejecutarse en el plazo y con la celeridad a que las actuales circunstancias obligan. No hacerlo así podría conducir al fracaso de la legislatura. Entre esas inversiones deben incluirse, de forma ineludible, aquellas infraestructuras que estimulen y amplíen las capacidades económicas que nos aseguren el futuro. La relajación de la regla de gasto por parte del gobierno central es un balón de oxígeno que permitirá realizar ese tipo de obras estratégicas para la ciudad.
Es posible que en los próximos meses se manifiesten nuevas tensiones dentro de la administración municipal. Las rigideces en el funcionamiento interno del ayuntamiento ahondan la sensación de parálisis que vive la ciudad. Huelga decir que estas tensiones tienen su origen en una organización desajustada y en la perpetuación de unas prácticas alejadas de la gestión eficaz; una lacra que el actual equipo de gobierno está tardando en erradicar.
No debemos olvidar que todas las ciudades se rigen por las mismas leyes y normas. Por tanto, las diferencias en la gestión sólo pueden ser imputables a la dirección política o a la organización interna de cada ayuntamiento, o a ambas. En este sentido, tan apenas se han implementado mejoras en la gestión interna del ayuntamiento, con el quebranto que ello supone. La falta de una dirección profesionalizada en la función pública sigue provocando que los procedimientos, los plazos administrativos y la calidad de los servicios municipales se vean perjudicados.
El presente momento político coincide con la mayor crisis económica e institucional de la reciente historia de nuestro país. Una crisis que va a reclamar altas dosis de responsabilidad política y de transparencia institucional. La carencia de estos ingredientes en el pasado reciente está suponiendo ahora, en plena pandemia, un agravamiento añadido de la situación económica en muchas familias y empresas. Una dramática consecuencia que debería espolear a nuestros gobernantes para corregir el rumbo político en el que están instalados. Ya lo estamos viendo.
Coincide todo lo expuesto anteriormente con la sensación de ausencia de ambición y de liderazgo en la política municipal. La ciudad necesita y demanda proyectos transformadores. Su consecución requiere de una dirección política que vaya más allá de los acostumbrados consensos declarativos que sólo alimentan algunos titulares de prensa. Los ciudadanos de Barbastro deben tener la certeza de que sus representantes tienen la firme determinación de alcanzar todos los proyectos anhelados. Queda poco tiempo. Hay que pasar a la acción.

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