In Barbastro, Huesca
EL TREN DE MONZÓN TAMBIÉN ES DE BARBASTRO
El Estatuto de Autonomía de Aragón, en su artículo 71.12, establece entre las competencias exclusivas de la Comunidad Autonóma: “Ferrocarriles, que, en todo caso, incluye la coordinación, explotación, conservación y administración de las infraestructuras de su titularidad, así como la participación en la planificación y en la gestión de las infraestructuras de titularidad estatal en el territorio de la Comunidad Autónoma en los términos que establezca la ley estatal.”
La anunciada cancelación de parte de los servicios ferroviarios que venían prestándose hasta la fecha, supone, por parte del Gobierno de Aragón, el reconocimiento de un fracaso en la defensa de los intereses de los aragoneses ante otra institución como el Estado, también obligada con esos mismos ciudadanos. El hecho de que la cancelación venga propiciada por el cese en la financiación por parte de la DGA constituye toda una declaración de intenciones; que el servicio sea supuestamente sustituido por autobuses, un maltrato más al medio ambiente; que lo que antes llegaba a Lérida se detenga ahora en Binéfar, una burla; que no llegue a Lérida, ignorar los intereses económicos y sociales que existen con nuestros vecinos; y que en la nueva ruta de autobús se ignore una población como Barbastro, un agravio.
Siendo grave lo del tren, lo son aún más las razones esgrimidas por un gobierno autonómico que se declara defensor del ferrocarril y adalid de la vertebración territorial y la movilidad. Compartimos que es necesario hacer una buena gestión de los recursos económicos, y nos parece loable la voluntad de implantar servicios de autobús que lleguen hasta los municipios menos poblados, pero pensamos que el ferrocarril debe valorarse como un vector principal, imprescindible, de un modelo intermodal cuyo objetivo primero y último debe ser favorecer el desarrollo del territorio y la calidad de vida de sus habitantes. El mismo argumento de falta de rentabilidad económica puede servir, a no mucho tardar, para cancelar las líneas de autobús con las que ahora pretenden vendarnos los ojos.
No obstante, sería un error hacer causa de la pérdida que ahora lamentamos. El problema va más allá, y nos incumbe a todos: el tren de Monzón o de Binéfar es también el tren de Barbastro. Y sería un error porque corremos el riesgo de que los unos o los otros, o más bien los unos y los otros, una vez más, eludan su responsabilidad y piensen que devolviéndonos a donde estábamos han cumplido. Reclamemos pues, todos juntos, lo que por derecho nos pertenece y lo que en justicia se debe. Sin parches y sin complejos.
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