Hay palabras rotundas como zaguán; conserva la sonoridad de las palabras árabes, pero como envuelta por un paño recio castellano. Me refiero al espacio cubierto situado dentro de algunas casas y que les sirve de entrada.Uno puede averiguar muchas cosas con solo echarle una mirada: la pobreza o el bienestar de sus propietarios; su pulcritud o su dejadez y hasta su mejor o peor gusto.
Tiene la Estación de Autobuses algo de zaguán de nuestra ciudad. Para muchos es la primera imagen inmóvil de Barbastro y para algunos, solo de tránsito, tal vez la única. A todos nos agrada que quienes nos visitan se lleven una buena impresión de nuestra casa. Creo que a todos nos gustaría que los viajeros que desciendan en nuestra estación, o que solo pasen por ella, se llevaran la mejor de las imágenes de Barbastro: la de una ciudad con historia; que cuida su patrimonio; dinámica y, sobre todo, limpia.
El edificio fue proyectado en el año 1948 por el arquitecto Bruno Farina y ejecutado por el arquitecto provincial Miguel Aranda con algunas transformaciones que abarataron su coste, pero que disminuyeron el empaque y la elegancia del original. Mucho más recientemente se llevaron a cabo obras para alojar servicios de la Comarca.
No puede decirse que la estación esté totalmente descuidada; pero hay cosas que deberían mejorarse. El zócalo perimetral de ladrillo cara vista ha desaparecido en algunas partes y en otras se encuentra muy deteriorado. Las cerchas que sostienen la cubierta están llenas de excrementos de palomas. Algunas placas del lucernario están rotas y cubiertas de una suciedad que parece ha encontrado buen acomodo. Además el quiosco permanece cerrado y vacío desde hace bastantes años lo que añade una cierta imagen de decadencia. Solo el bar continúa inasequible al desaliento.
A continuación voy a enumerar una serie de propuestas sencillas y viables que mejorarían el aspecto del inmueble y que mitigarían esa imagen gris y melancólica de algunos de estos lugares de tránsito.
En primer lugar, propongo la utilización del local antiguamente destinado a quiosco como escaparate de los principales productos locales: el vino, el tomate rosa, aceites, etc. A su vez, la colocación de un proyector que dé cuenta de la rica actividad cultural de la ciudad y que informe sobre cualquier otro aspecto de interés para el visitante. El elevadísimo número de viajeros que utilizan estas instalaciones creo que justifica sobradamente la rentabilidad de este uso. Asimismo, se debería llevar a cabo un plan de conservación periódico del edificio que incluya, además, la limpieza frecuente de aquellas partes a las que no puede acceder el servicio ordinario de mantenimiento. Un edificio de estas características, que también alberga importantes organismos públicos y que da servicio a tantos ciudadanos, no debe presentar este estado.
Por otro lado, no creen ustedes que habría otros colores más elegantes para la fachada de un edificio tan noble…, aunque para gustos se hicieron colores.
Es cierto que podría y debería establecerse otro debate sobre la necesidad de una nueva estación en una ubicación diferente. Hay muchas razones que pueden sustentarlo, pero tiempo habrá de hacerlo.
El conjunto y la suma de pequeñas cosas son capaces de transformar casi todo, también a una ciudad.
Toni Buil – Miembro del ForoB21
Artículo publicado el 22 de Junio de 2.018 en «El cruzado aragonés».