In Barbastro
GOBERNAR CON NORMAS: LA LIMPIEZA

Por Eduardo Pérez Barrau. Foro B21
Hace unos meses, el vertido de unos enseres en la vía pública, concretamente en un lateral de la Ronda Norte, desató el enésimo enfrentamiento entre la oposición y el gobierno municipal a cuenta de la limpieza de la ciudad.
En la secuencia de acontecimientos hubo un poco de todo: una denuncia pública de un partido político, ruido mediático por la sensación de dejadez que sufre la ciudad, las redes sociales echando humo en medio del debate general, acusaciones de ineficacia entre los políticos, y suma y sigue.
Cabe señalar que durante los días que duró este rifirrafe político se hizo una utilización partidista del problema de la limpieza, y cómo no, resonó ese clásico “y tú más” que tanto caracteriza la política española.
Nada de esto habría sucedido si el ayuntamiento se hubiera regido escrupulosamente por las normas. Pero, ¿qué significa gobernar con normas? Pues respetar y hacer cumplir la normativa con la que nos organizamos como municipio (Bueno, eso en el supuesto de que haya una norma, que tampoco está claro). En el caso que nos ocupa, toda la normativa relacionada con la limpieza en Barbastro.
Esta normativa, de competencia municipal, involucra a distintas áreas del ayuntamiento, como los departamentos responsables de la ordenanza cívica, de la policía local, de la planificación presupuestaria, del diseño técnico del servicio y de la gestión operativa del equipo de limpieza.
Cada ciudad organiza el servicio de limpieza a su manera. Lo hace intentando encajar todas las piezas para que el resultado sea un servicio de calidad. El hecho de que entren en juego un gran número de factores hace que el resultado final, la calidad y la satisfacción percibida por la ciudadanía, varíe de una ciudad a otra. No es la misma sensación de orden y limpieza recorrer el centro de Huesca, que el de Zaragoza o el de Barbastro.
Por tanto, con una buena norma todos los problemas de limpieza que arrastra la ciudad quedarían en gran medida solucionados. El incivismo tendría un muro de contención en la aplicación de la norma al incorporar un régimen sancionador conocido por todos. Una limpieza de calidad disuadiría al guarro de ensuciar el espacio público al quedar en evidencia su falta de educación. La imagen de la ciudad ganaría muchos enteros entre vecinos y visitantes. Los ciudadanos de Barbastro podrían hacer valer sus derechos cuando el ayuntamiento o la entidad encargada del servicio incumplieran con lo establecido en la norma. Y por último, se podría evaluar la efectividad del servicio de limpieza y mejorarlo.
Sin normas, todo queda reducido a lo discrecional, al criterio de una persona o de la autoridad. A una orden política que indica dónde se limpia y donde no. Gobernar sin normas sentencia a la ciudad a seguir cubierta de suciedad.
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