LA AMPLIACIÓN DE LA UNED NO PUEDE ESPERAR
Por Foro B21
Muy alarmantes nos han parecido las declaraciones, recogidas en El Cruzado Aragonés, de la directora del centro de la UNED de Barbastro y del alcalde de la ciudad sobre las obras del nuevo edificio universitario, y que se resumen en el titular: “La ampliación de la UNED en Barbastro tendrá que esperar”. En su explicación, el alcalde decide utilizar el condicional para referirse a la obra: “Si la ampliación se decidiera llevar a cabo…”, o sea, es posible que se decida no llevarla a cabo; la directora remata: “No ponemos en duda si hace falta o no el nuevo edificio”. Ya saben ustedes lo de “excusatio non petita, accusatio manifesta”.
La justificación argüida en ambos casos para la “demora” es el incremento de precios desencadenado en los últimos meses. Tenemos confianza en que esta postura no va a tener eco más allá de nuestra ciudad porque si no la parálisis inversora del país está garantizada. Nadie discute que el aumento de costes supone un serio contratiempo, pero ni mucho menos insalvable en una inversión de 1,5 millones de euros y cuya financiación está repartida entre varias entidades. Llegado el caso, ¿no cuenta el Ayuntamiento con un superávit de más de 17 millones de euros?
Debería resultar innecesario relacionar las bondades de esta obra, pero no vamos a caer en esa presunción. En primer lugar, las nuevas instalaciones garantizarán la continuidad, en las mejores condiciones, del grado superior de Realización de Proyectos Audiovisuales y Espectáculos, una apuesta formativa de actualidad en la línea de innovación y vanguardia que ha dado enorme reputación al centro de Barbastro. La ampliación, inevitablemente, reforzará los servicios ofrecidos actualmente y posibilitará otros futuros, consolidando el conjunto de instalaciones como un auténtico campus universitario. En otro orden de cosas, el impacto que los dos edificios de la UNED ha supuesto en la regeneración del casco histórico de Barbastro resulta incontestable. Ambos inmuebles han sido, junto con la oficina delegada del Gobierno de Aragón, los únicos intentos serios de revertir la degradación de esa área. ¿Se va a renunciar, así de fácilmente, a un edificio que apuntalaría esa política de revitalización? ¿Cuál es la apuesta del Ayuntamiento? ¿Va a reducirse toda su política a un menudeo de subvenciones? El efecto expansivo producido por una obra de esta naturaleza en el entorno inmediato es indudable, pero su ausencia también: ¿dificultará este “retraso” la prevista ampliación del Gran Hotel o de otras iniciativas próximas?
Cabe la posibilidad de que el motivo real no sea el alza de precios, sino dudas sobre el proyecto que iba a dotar de contenido al inmueble. Si fuera así, resultaría grave porque enmendaría la plana a una decisión tomada unánimemente por el patronato anterior, pero sería legitimo. En ese caso, habría que decirlo con claridad y ofrecer otra alternativa ilusionante y ambiciosa. Y, sobre todo, esa hipotética opción debería presentarse sin dilación porque parar los tiempos puede poner en riesgo el compromiso financiero de algunas de las instituciones participantes. Determinar la idoneidad o viabilidad de cualquier empresa siempre es una decisión incierta. Los grandes proyectos tienen mucho de osadía y algo de inconsciencia. La vida está llena de iniciativas exitosas que parecían arriesgadas, e incluso extravagantes, en sus inicios.
Muchas veces los trenes pasan una sola vez y Barbastro ya ha perdido demasiados. Empezamos a estar cansados de actitudes derrotistas y complacientes, de un ejercicio cortoplacista y anodino de la gestión y de una desalentadora falta de visión que se manifiesta en la ausencia total de proyectos transformadores para la ciudad (afortunadamente, no incluimos al centro de la UNED, al menos hasta la fecha). Tanto la UNED como el Ayuntamiento tienen que alejarse del conformismo y deben arbitrar las medidas pertinentes para seguir adelante con el proyecto. O lo que es lo mismo, deben demostrar con hechos que van a poner toda la carne en el asador para que la ampliación sea una pronta realidad.
Hay una sociedad civil que espera mucho más de las instituciones y que, como se ha demostrado con el Centro de Salud, está dispuesta a no renunciar a sus aspiraciones y a exigir las promesas que se le habían hecho.