LA CIUDAD DE LAS PALABRAS
Por Toni Buil
Foro B21
He de reconocer que no me gustan los sobrenombres de las ciudades: del Amor, de las Luces, del Vino… La mayoría me parecen simplones y algunos, incluso ridículos. Sin embargo, creo que es apropiado decir que durante los días 19 al 22 de mayo Barbastro ha sido la Ciudad de las Palabras. Otra Mirada, encuentro de librerías y editoriales, y el Festival Barbitania —qué poco original es el nombre— han finalizado con sendos éxitos. Bajo la impecable dirección de Ana Cañellas y Paco Goyanes (Cálamo), Barbastro ha conseguido hacerse un sitio en el escenario literario nacional.
Resulta difícil medir los efectos de este tipo de eventos y, en general, de la cultura, pero son notablemente mayores de lo que muchos suponen. En primer lugar, estimulan la economía local a lo largo de los días de su celebración y se convierten en un escaparate de la ciudad. Contribuyen además al orgullo de sus ciudadanos, que no es poca cosa. No sé si hay estudios que determinen la importancia del ocio y la cultura en el desarrollo de las ciudades, pero para mí son factores de extraordinaria importancia. Los lugares donde las personas (sobre todo los jóvenes) no pueden divertirse o no encuentran estímulo para sus inquietudes intelectuales languidecen y, a veces, mueren. Entiendo la cultura, entre otras cosas, como un conjunto de sustancias invisibles que hace que proyectos de todo tipo germinen y fructifiquen en un lugar y no en otro.
He hablado de Ciudad de las Palabras y no de los libros porque estos días se ha escuchado mucho más que leído. Ni siquiera los escritores han hablado demasiado de sus obras, más bien lo han hecho de sus vidas, de la actualidad, de cine, de música, además de las angustias y preocupaciones en las que nos reconocemos como iguales. Y lo han hecho con cercanía, inteligencia, profundidad y una simpatía que nos ha arrancado sonrisas, risas y carcajadas.
A la vez, hemos sido protagonistas y testigos de esa mezcla de fetichismo y mitomanía que se desata con la persecución de firmas o fotografías o del simple saludo del escritor preferido. Creo que los libros leídos nunca “saben” igual después de esos encuentros personales: a veces el gusto será mejor, otras no. Y también, autores y lectores hemos sorteado sin percances, como buenos recortadores, a una ganadería de dos o cuatro ruedas que ascendía perpleja por la cuesta de la calle Argensola —eventos como este evidencian lo insensato que resulta mantener esta calle como una de las vías principales de circulación de la ciudad—.
Ha sido una gran idea muy bien ejecutada. El Ayuntamiento ha demostrado una ambición que no hemos percibido hasta la fecha en ninguna otra área de su gestión.
Pero no hay que olvidar otros dos festivales que, nacidos de la iniciativa privada, han alcanzado una calidad y reconocimiento extraordinarios: BFoto y Polifonik Sound. Literatura, fotografía y música, tres pilares que consolidan a Barbastro como un referente cultural de primera línea, incluso más allá de los límites de nuestra comunidad autónoma. Las iniciativas privadas nacen y se sostienen por el entusiasmo y el trabajo de muchos (a veces muy pocos), pero el agotamiento de esos devotos y el desinterés de las instituciones hacen que el ánimo inicial flaquee y los proyectos desaparezcan. Barbastro no puede permitirse el desfallecimiento o la pérdida de ninguno de estos festivales. Al Ayuntamiento le corresponde mimarlos no solo con recursos económicos, sino manifestándoles su reconocimiento y la importancia que su existencia tiene en la vida de la ciudad.
Quizá, dentro de no sé cuántos años, un futuro Manuel Vilas de la literatura o de la fotografía o de la música recordará el encuentro con otro Mendicutti de cualquiera de estas artes durante uno de aquellos festivales que comenzaba a celebrar Barbastro y que, tal vez, cambió su vida… y la de todos. *
*En la inauguración del Festival, M. Vilas rememoró como en 1982 su padre (concejal del ayuntamiento entonces) le presentó, en una calle de Barbastro, al galardonado aquel año con el Premio de Novela Corta, Eduardo Mendicutti.