In Aragón, Barbastro, Somontano

LA SANIDAD, LA LIBERTAD Y EL SR. SABÉS. 

Por Eduardo Pérez Barrau. Foro B21 

Colea todavía en la política altoaragonesa la contestación del secretario general de los socialistas, el Sr. Fernando Sabés, al presidente del colegio de médicos de Huesca. Una respuesta que sigue resonando en las redacciones de los medios de comunicación y que, en palabras de unos y otros, sólo puede describirse como desafortunada. El detonante de esta reacción política han sido los comentarios del representante de la asociación médica tildando como ineficaces las medidas del Gobierno de Aragón que buscan corregir la falta de sanitarios en el medio rural y resolver la precariedad del servicio de salud en nuestros pueblos y comarcas. Es esta opinión del profesional de la medicina la que despacha el dirigente socialista de la peor de las maneras: con tono malsonante, repartiendo culpas a todos e instando al presidente de los médicos a renunciar a su posición y presentarse a las elecciones del próximo año.

Si no fuera porque el calor de estos días está afectando al discernimiento de no pocos ciudadanos, podría pensarse que las declaraciones del Sr. Sabés son más propias de una democracia averiada o de un régimen personalista. Una reacción desafortunada, ciertamente, pero que no es exclusiva de su persona, otros políticos de otros partidos, han verbalizado la misma molestia sobre personas o colectivos cuando han osado expresar su parecer al margen del discurso establecido. Estos tics partidistas, antidemocráticos, caracterizan el ejercicio de la política en las instituciones desde hace bastantes años y llegan a su paroxismo en los periodos preelectorales -que ya son casi todos-. Así se entiende como unos comentarios que expresan una opinión autorizada, la del presidente del colegio médico, pero inconveniente para quien gobierna, derive en una reprimenda política y, lo que es más grave aún, como con la reiteración de este tipo de intimidaciones políticas se acaba extendiendo en la sociedad un ambiente de amenaza y censura en el que cualquier ciudadano puede ser una víctima. Porque volvamos al motivo de este texto, nos sorprenden unas declaraciones periodísticas de alcance público, imaginemos por un momento lo que se llega a decir cuando no están presentes los micrófonos. Aterrador.

Con estas coordenadas morales en mente se puede afirmar que el Sr. Sabés ha cometido una equivocación: no se puede censurar el ejercicio de la libertad de expresión, como tampoco denostar la trayectoria profesional de aquellos -en este caso, el colectivo médico- que van a cargar con unas decisiones políticas formuladas a sus espaldas. Nuestra sociedad puede desconocer a corto plazo los riesgos que suponen estos comportamientos pero lo cierto es que las demostraciones de soberbia debilitan las instituciones políticas y deterioran los servicios públicos.

Ahora que conocemos estos antecedentes en el funcionamiento del sector sanitario podemos hacernos la siguiente pregunta: si la opinión de los médicos no es escuchada por los políticos, ¿se puede saber a quiénes consultan en la consejería competente cuando pretenden organizar la sanidad de nuestra comunidad autónoma? No traten de responder a esta cuestión. Es un misterio. Es política.

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