In Aragón, Huesca, Somontano
MACHACAR AL TERRITORIO
Por Eduardo Pérez Barrau. Foro B21
La semana pasada acababa con unas declaraciones desafortunadas del Presidente de Aragón sobre la situación del Hospital de Barbastro. Unos comentarios despectivos que iban dirigidos contra los organizadores de la concentración prevista el próximo día 2 noviembre a las puertas del hospital de nuestra ciudad. Al mismo tiempo, el Gerente del Sector de Salud de Barbastro, en una entrevista en un medio de comunicación provincial, expresaba su rechazo a la indignación que habían manifestado los pacientes y sus acompañantes tras la dimisión de la facultativa al frente de la Unidad de Oncología del hospital. Ambas declaraciones nos han ofrecido un retrato lamentable -político y moral- de quienes tienen que velar por el cuidado de nuestra salud desde la administración pública. A lo largo de la semana pasada: estalló una crisis sanitaria, asistimos al calentón político de sus señorías, se cruzaron presiones y rectificaciones y, aún quedo tiempo para buscar una solución (parcial) al error que los mismos políticos habían provocado.
La reacción política desde la Aljafería a la dimisión de la jefe de oncología del hospital de Barbastro ha sido desproporcionada e hiriente para la propia doctora Calderero y para sus pacientes. Palabras y silencios de la clase política que deberían enmendarse con las correspondientes disculpas públicas, e incluso, con la dimisión de algún cargo de responsabilidad de la consejería de sanidad. En este asunto no sólo ha estado en juego la salud de las personas, la salud de nuestras instituciones ha corrido el mismo riesgo por las presiones que han recibido los medios de comunicación por el tratamiento de esta noticia.
Mientras subía la temperatura en las Cortes de Aragón, el gerente del sector de salud de Barbastro, afirmaba: “no ha habido descitaciones (sic) de pacientes ni derivaciones, como de está diciendo por ahí de forma torticera, porque ya se sabe que, a río revuelto…” La frase no tiene desperdicio y deja entrever un alboroto mayor del que ha trascendido en la prensa. Dudas razonables que responden a las siguientes preguntas: ¿a quién está acusando de hablar “de forma torticera” ? ¿por qué considera que las aguas bajan revueltas en el hospital? o, ¿por qué está suponiendo, como se desprende de sus palabras, que puede haber algún ganador con esta situación? Hay que estar muy sobrepasado por la gestión del día a día del hospital, o enfocar las responsabilidades profesionales de manera muy sectaria, para expresarse en esos términos.
Pregunta parlamentaria en las Cortes de Aragón sobre los acontecimientos vividos en Barbastro con la marcha de la especialista y la incertidumbre asistencial en el hospital. Respuesta desde el gobierno: “el lunes estarán solucionados todos los problemas”. Fin de la crisis. Como todo lo que envuelve este asunto, la rápida acción del Gobierno de Aragón abre unos interrogantes de difícil comprensión: si tan “fácil” era completar el equipo médico que la doctora dimisionaria reclamaba desde hace meses ¿por qué no se hizo en su momento? ¿ por qué se decidió seguir sobrecargando, física y emocionalmente, a la doctora Calderero? y, ¿porqué se permitió este “acoso laboral ” en el servicio de oncología y, colateralmente, un daño extra para sus pacientes? Difícil de entender.
Lunes, día 24 de octubre. La solución exprés ha llegado. Un nuevo facultativo se incorpora al servicio de oncología del hospital de Barbastro. Alivio (temporal) en la plantilla. Todo lo que pasa en los hospitales periféricos siempre es temporal, precario e inestable. El resto de especialidades hospitalarias con falta de profesionales médicos siguen reclamando unos medios adecuados para ofrecer una atención de calidad. De momento, sin resultado.
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