MOMENTO DE INVERTIR LOS REMANENTES DE TESORERÍA
Por Eduardo Pérez Barrau
Mientras se buscan salidas a la recesión económica que se nos viene encima los gobiernos de todos los países se afanan en buscar los fondos financieros que permitan reiniciar, con los menores daños añadidos, las maltrechas economías. Los ayuntamientos, en el ámbito local, también deben participar de esta necesidad.
Barbastro dispone de un importante recurso público para hacer frente a la crisis económica que acecha la ciudad. Un fondo atesorado durante muchos años resultado de la anemia inversora que ha sufrido la ciudad. Me estoy refiriendo a los remanentes de tesorería, un superávit municipal, que se debe poner al servicio de la reconstrucción de la ciudad.
No estamos hablando de un importe menor. El informe elaborado por Laura Subías y Javier Pérez «Presupuestos municipales: Barbastro en el contexto de Aragón», presentado por el Foro B21, arroja luz y pone cifras sobre los remanentes de tesorería del ayuntamiento. Son millones de euros depositados en cuentas bancarias que proceden de la falta de ejecución de partidas presupuestarias de ejercicios pasados. Un ahorro público -o un exceso de recaudación tributaria en su momento- que, a día de hoy, está fuera del radar de nuestro consistorio.
Conseguir desbloquear este superávit debe ser la operación política más importante de nuestro ayuntamiento en estos momentos. Todos los mecanismos institucionales y toda la maquinaria administrativa se debe poner al servicio de este fin. Así como en el de evitar el afán confiscatorio que desde el Estado se pueda llevar a cabo con la intención de conjugar el déficit presupuestario del resto de las administraciones públicas.
Movilizar estos fondos nos va a permitir realizar las inversiones que necesita Barbastro para afianzar su crecimiento económico en el período de salida de esta crisis. Unos proyectos de inversión que deben ser financieramente sostenibles y proporcionar un retorno cierto para toda ciudad. Iniciativas municipales de carácter productivo cuyo objetivo sea el dotarnos de aquellas infraestructuras públicas que favorecen el desarrollo económico, la generación de empleo, la digitalización, el progreso tecnológico y, a la postre, la implantación de nuevas empresas.
Las ciudades mantienen su pulso por el gasto de sus residentes pero progresan gracias a la inversiones que se realizan. Inversiones privadas realizadas por familias y empresas e inversiones públicas realizas por la administración. Este ahorro municipal, amasado por la acumulación de superávits, es una garantía para que se lleven a cabo las inversiones necesarias para el desarrollo de la ciudad. Un mecanismo que nos debe permitir adquirir suelo industrial, completar las dotaciones culturales, acometer iniciativas en vivienda social, mejorar la competitividad de nuestras empresas, infraestructuras para la salud, etc. En definitiva, las inversiones ineludibles que Barbastro necesita para ampliar su atractivo social y económico.
La profunda crisis económica donde estamos cayendo va a suponer una tentación para emplear éste y otros fondos en acciones paliativas de escaso recorrido. Cortoplacismos sin impacto duradero en el entramado económico de la ciudad. No se debe permitir. Las administraciones superiores, aun con sus tribulaciones e improvisaciones, están mejor equipadas para ofrecer las medidas sectoriales más adecuadas a esta situación. Es, digamos, su competencia.
Estamos en un momento terriblemente difícil para nuestra sociedad. Esto nos obliga a dar la mejor respuesta posible a la amenaza que se cierne sobre la salud pública y sobre nuestra economía. Aprovechemos pues la crisis para reordenar las necesidades de la ciudad e invertir en su futuro. El dinero ya está ahí