In Aragón, Barbastro

PARA ZARAGOZA LAS INVERSIONES, PARA EL RESTO LAS SUBVENCIONES

Por Eduardo Pérez Barrau. Foro B21 

Zaragoza ha vuelto a ser la protagonista indiscutible del debate parlamentario durante estas semanas, y por lo anunciado en sede parlamentaria, el destino de las inversiones más suculentas a cuenta del presupuesto de todos los aragoneses*.  Nada nuevo en este clásico de la política regional que consiste en dirigirse al conjunto de Aragón con las mejores palabras pero esconder la cartera cuando toca financiar algún proyecto de importancia fuera de la capital aragonesa. Así nos va ”en comarcas”.

El despiporre de intervenciones de nuestros representantes en las Cortes nos ha permitido confirmar que el verdadero estado de la comunidad es estar ausente del mismo debate que protagoniza. Además nos ha ratificado, por si todavía abrigábamos esperanzas, el mínimo grado de compromiso del gobierno con la vertebración territorial y el problema de la despoblación. Este problema existencial para el medio rural está en boca de todos, en la mente de algunos y, por lo visto, fuera del presupuesto de inversiones del gobierno aragonés. Poco a poco nos va quedando claro que cuando se debate sobre el reparto de la pasta nuestros gobernantes no están pensando en esta parte de Aragón como un beneficiario más, al contrario, el dinero público, el bueno, el que va destinado a actividades productivas y genera empleo de calidad, solo tiene un destino: Zaragoza.

Que este tratamiento presupuestario sea tan desfavorable con el resto de Aragón requiere de malabarismos dialécticos que lo justifiquen. En este punto, siempre hace acto de presencia el político íntegro, pero algo despistado, que se atreve a discrepar del reparto de inversiones propuesto y que rápidamente es silenciado por su propio partido político. Es el mismo político que fuera del foco mediático, y con sentida decepción, se excusa diciendo: “ya sabes como funcionan las cosas en política”. También forman parte de estas justificaciones las explicaciones de genero mágico que se nos ofrecen desde la política oficialista: “los esfuerzos inversores del gobierno autonómico en Zaragoza se llevan a cabo con la esperanza de que el desarrollo económico que generen los proyectos se extiendan por todo el territorio aragonés”, “gracias a estas inversiones obtendremos un rendimiento social, económico, medioambiental y transversal que acabará por llegar al medio rural en forma de oportunidades y puestos de trabajo ” Palabrería para incautos. 

(Nota aclaratoria: Está por descubrir el mecanismo teórico que demuestre que una inversión en un lugar genera beneficios en otro sitio distinto. Es decir, no hay ninguna evidencia de que una inversión pública en Zaragoza vaya a trasladar su efecto a Graus, por poner un ejemplo. Además, si algo nos recuerda la historia de nuestro país es que nunca se ha dado un trasvase de prosperidad desde la ciudad al campo en época reciente).

No busquen en esta política de desarrollo centrípeta un ápice de originalidad en las ideas o de innovación social para el territorio. La pereza intelectual de sus señorías no da para más y las políticas disponibles para lograr un reparto justo de los recursos públicos y de las oportunidades económicas son, digamos, más difíciles de implementar para la administración pública y electoralmente menos rentables para quien gobierna. 

Esta trayectoria política nos lleva a concluir que no hay una estrategia integral de desarrollo para el conjunto de Aragón. Lo único que propone el Pignatelli es un marco de actuación municipal, o mejor dicho, metropolitano, que acapare todas las atenciones políticas y las inversiones empresariales para más gloria del “Eje del Ebro”. 

¿Y el resto de Aragón? Pues a vivir de subvenciones. Si la inercia del modelo económico nos lleva a concentrar la actividad empresarial en áreas cada vez más concretas y además la iniciativa política colabora para acelerar este proceso, el resultado final solo puede ser el progresivo vaciamiento del territorio. Esta deriva poblacional es evidente en el ámbito aragonés desde hace décadas, una realidad de la que escapan, por poco, las capitales provinciales y alguna área con cierto dinamismo propio. Para el resto de la comunidad el horizonte de expectativas sólo puede ir a peor. Un punto de no retorno, en muchos pueblos y comarcas del medio rural, en el que solamente cabe ya subvencionar un nuevo tejido productivo y a unos nuevos residentes dispuestos a ocupar el espacio vital de los que se fueron. Y, por supuesto, vender esta historia como un éxito de la lucha contra la despoblación.

*Cuando se va a publicar este artículo parece que va a haber partida en el presupuesto para el nuevo Centro de Salud de Barbastro

Recommended Posts

Start typing and press Enter to search