RESPETAR LA ESTACIÓN
Una decisión sensata
Toni Buil, Foro B21
He de confesar que no soy partidario de esta epidemia de “gigantomanía” y de horror vacui que se está apoderando de muchas ciudades y pueblos. La proliferación de murales de dimensiones extraordinarias, con las más variadas temáticas y calidades, está modificando, no siempre para bien, el paisaje urbano. No es la única solución para medianeras de entornos degradados o de otros espacios. Además, creo que muchos coincidirán conmigo en que cada cosa tiene su sitio y que lo poco gusta, lo mucho cansa.
El aspecto exterior es un elemento fundamental de cualquier obra arquitectónica. Modificarlo significa siempre adulterar su esencia. No cabe duda de que el pintado de un mural en la fachada principal de la Estación de Autobuses desvirtuaría la identidad original de una construcción representativa de nuestra ciudad.
Los edificios históricos, como este, no necesitan más que evitar su degradación y devolverles el esplendor que tuvieron en su origen. No es poca cosa.
La infraestructura proyectada por Bruno Farina en 1948, y culminada por Carlos Aranda, constituye, en su aspecto actual, una de las señas de identidad de Barbastro. Alterarlo de ese modo no solo constituiría un menoscabo de nuestro patrimonio, sino también un desprecio por la obra intelectual de ambos arquitectos.
La Estación no está incluida en el Catálogo de Protección del PGOU ni, a pesar de su proximidad, tampoco en el exiguo ámbito de protección del conjunto catedralicio. Confiar en la sensibilidad y en el buen gusto puede ser una temeridad. Por tanto, se impone una revisión urgente de dicho catálogo, que impida que este y futuros desmanes puedan llevarse a cabo.
El reciente acuerdo plenario que plantea el cambio de ubicación del mural proyectado supone un alivio y una muestra de sensatez. Estoy convencido de que no solo responde a la voluntad de la mayoría de los concejales, sino a la de la generalidad de los barbastrenses. Esperamos que se respete.
